Traducción-versión al español de Territorializations of Dust (CCA, 2022) publicada en Revista Equidad Espacio, la revista de difusión de la plataforma Justicia Espacial, diciembre 2023.
¿Cómo se reconfigura el territorio en formas difusas? Este es el caso en los últimos veinte años del litoral de la Península de Nicoya en Costa Rica, donde la superficie de lastre de la ruta 160 que corre paralelo a la costa propaga partículas de polvo en las casas, escuelas, centros de salud, fincas y potreros circundantes durante la estación seca. En este proceso de territorialización móvil a través de la dispersión de partículas finas de polvo, los vehículos privados, los autobuses, los camiones y los cuadriciclos devienen agentes activos en la dispersión: el contacto de los neumáticos con la superficie, la velocidad de movimiento y las corrientes de aire levantan las partículas suspendiéndolas en el entorno, asfixiando lentamente a los cuerpos humanos y más que humanos desprotegidos que encuentra a su paso. La superficie de la ruta es blanca y, al propagarse en el aire, tiñe plantas y animales, generando un extraño efecto nevado sobre el bosque tropical seco. El color es el de la piedra caliza local, que el Ministerio de Transportes y Obras Públicas de Costa Rica extrae de las montañas cercanas para la construcción de carreteras y caminos.
Sabemos que desde 1940 el estado costarricense decretó la construcción de un camino de tierra para conectar los caseríos de Pelada, Guiones, Sámara, Bocas del Nosara y Quirimán, pero, como lo demuestra la siguiente petición, los alcances de la construcción son reducidos: “En estas zonas tan vastas y tan fértiles, incomparables para el cultivo del arroz, del maíz, cría de ganado, y en donde las maderas finas constituyen una verdadera riqueza, las familias afincadas están prácticamente imposibilitadas para sacar sus productos, para obtener artículos de primera necesidad y para intensificar sus actividades agrarias”.1 El camino de tierra, políticamente hablando, se concibe simplemente como parte de una infraestructura de producción económica y de extracción de recursos. La infraestructura es decisiva, pero lo es en la medida en que sea fuente de relaciones generadoras de vida tanto en su diseño, como en sus modelos de financiamiento y en sus efectos.2
La zona costera de Nosara ha sido escenario de una migración de personas dedicadas a la promoción e inversión inmobiliaria desde finales de la década de 1960 y, desde principios del siglo XXI, ha fungido como destino turístico del surf y del yoga. En este proceso las partículas de polvo actúan como medio para territorializar un campo de relaciones respiratorias desiguales. Este campo reconfigura las divisiones entre, por un lado, terratenientes, turistas residenciales, nómadas digitales, surfistas y yoguis visitantes, y por otro, quienes sirven a la industria — principalmente personas que laboran en jardinería o limpieza, sirviendo o cocinando en restaurantes, cuidando mascotas o bebés, trabajando como guías turísticos, como choferes de tuk-tuk o en la industria de la construcción.
Una emprendedora en servicios turísticos llegó a promover en 2019 una “moda del polvo,” según declara, para generar conciencia: anteojos, pañuelos y telas utilizadas como forma de protección por quienes transitan entre territorios irrespirables. Años antes un agente inmobiliario estadounidense que lleva veintiún años viviendo en Nosara escribió en tono irónico que la ruta 160 sin asfaltar se ha convertido en una suerte de estrategia de protección, que impide el fácil acceso de “ladrones” y del “turismo ‘Todo incluido’.”Con el polvo del lastre, satiriza, “es mucho más fácil mostrarnos en facebook como diferentes si podemos presumir de nuestro estilo de vida selvático sin pavimentar.”3 Desde la perspectiva que este agente señala, el polvo protege, contiene y aísla.
Ese sentido de protección y aislamiento puede interpretarse históricamente. A inicios de la década de 1970 el inversionista Alan D. Hutchinson adquirió terrenos en la costa de Nosara con la expectativa de construir una zona residencial para el mercado estadounidense. Dicha tierra fue parte de una importante concesión otorgada por el estado costarricense en las postrimerías del siglo XIX al empresario norteamericano Minor C. Keith y al grupo de inversión River Plate Trust Loan and Agency Company de Londres como pago por la construcción de la infraestructura ferroviaria que conecta la capital San José con el puerto de Limón en el Caribe costarricense. En los albores del siglo XX el estado reclama la devolución de las tierras y traslada algunas propiedades al que era en aquel entonces el Instituto de Tierras y Colonización (hoy Instituto de Desarrollo Rural). Otros terrenos los somete a subasta o los adjudica a aquellas compañías o ciudadanos privilegiados que los declaren como baldíos, lo cual desencadena un proceso de desplazamientos y especulación en la apropiación de las tierras.4 De este proceso de privatización brota décadas más tarde el “Proyecto Americano.” Así, bajo la tutela del mencionado inversionista estadounidense se parcela la tierra, se demarcan las calles y se construye un hotel.
El aislamiento ha sido un imán poderoso en la historia territorial más reciente de Nosara, movilizando fantasías individualistas y privadas en la publicidad destinada a la población estadounidense: “De veras, ¿no te gustaría escaparte a este, nuestro jardín? ¿[…] tu cuerpo tenso [no necesita] del rocío puro del aire limpio, limpio y filtrado por la luz del sol?” se lee en el primer párrafo de uno de los artículos promocionales publicado en 1973 por la American Medical News. Esta estrategia resultó ser un cebo eficaz para quienes adquirieron parcelas sin siquiera haber visitado el país. Algunos pasaron a visitar, pero no se quedaron. Si bien Nosara estaba dotada de un camino de tierra construido en los años cuarenta, este solo era transitable en época seca, como lo señala el mapa topográfico oficial de 1957. En los años setenta y ochenta todavía no se contaba con puentes que comunicaran Nosara con los alrededores, los alimentos se transportaban en canoa y no se ofrecían servicios de salud. Para llegar a Nicoya, la ciudad principal más cercana, era necesario atravesar varias veces las montañas y el río a caballo o en carreta. La red eléctrica se instaló a principios de la década de 1980 y la red telefónica fija a principios de 1990. Esto, junto con una dudosa gestión que se le aduce al inversionista estadounidense, quien prometió títulos de propiedad, electricidad, agua y un campo de golf, paralizó el proyecto turístico y dejó molesta a la población extranjera que, según el testimonio de una de ellas, estaba constituida en su gran mayoría por personas jubiladas. Después de emprender a inicios de los ochenta una querella legal, dicha población adquiere propiedades como compensación por lo no cumplido.
Una pista de aterrizaje, ya indicada en el mapa de 1957, permitió que más turistas arribaran a Nosara a lo largo de los años ochenta y noventa. “Un avión monomotor nos dejó en la pista de aterrizaje de Nosara,” recuerda un dentista docente de la Universidad de Nueva York, activista contra la guerra de Vietnam quien, después de una breve visita a un El Salvador convulso y recién tomado por el golpe militar de 1972, se sintió atraído por un país sin ejército. “Observamos brevemente el rancho que hacía de terminal aérea, oficina de correos y cárcel. Un poco más lejos, dos sabaneros disfrutaban bebiendo cervezas en un bar alto diseñado de tal manera que se pudiera beber sin desmontar del caballo. Nos encantó. Quedamos enganchados.” 5 En aquella época, los profesionales de la arquitectura se involucraron en desarrollos residenciales turísticos, como es el caso de Julia Van Wilpe entre 1969 y 1973.6 La ganadería extensiva empezaba a impregnar la cultura y la economía en el Pacífico Norte de Costa Rica. En las décadas posteriores, entre 1987 y 1997, una ecología de ganadería extensiva acompañada de una incipiente industria turística poco regulada por el estado, fue parte activa de uno de los mayores niveles de deforestación del país.7
A partir de 1995, los desarrolladores estadounidenses y canadienses atrajeron más inversión turística. Un residente norteamericano que visitó Nosara en 1999 y se mudó en 2009 menciona que fue Endless Summer 2, una película de culto del surf que muestra Costa Rica como uno de los grandes hallazgos para la práctica del deporte de las olas, la que lo trajo a Nosara. “Hawaii estaba muy lejos,” dice, “Puerto Rico parecía muy intenso, pesado y local [localized] y Costa Rica parecía feliz.” Entre los años 2000 y 2008 la mencionada tendencia de inversión adquirió vigor en paralelo a un auge de inversión extranjera directa concentrada en el desarrollo turístico inmobiliario liderado por no residentes y un indulgente estado costarricense.8 Durante y después de este periodo, el Proyecto Americano se transformó y multiplicó.
A diferencia de la tipología arquitectónica de las grandes cadenas de hoteles con su portafolio de franquicias y compatibilidad con centros comerciales y condominios turísticos esparcidos a lo largo de la costa en la Península de Nicoya, el Proyecto Americano se mantuvo como un pueblo turístico de playa, curado tenazmente como de pequeña escala, rural y natural.9 Colinda con el Refugio de Vida Silvestre Ostional, cuyas playas Ostional y Nosara son el ecosistema vivo para la arribada de la tortuga lora, un evento que comprende la llegada masiva y sincrónica de estas reptiles hembras ectotérmicas para anidar por varios días. Dicha población global ha sufrido una disminución cuantitativa radical desde inicios de 1970, debido a factores antropogénicos, ambientales y climáticos.10 Los promotores inmobiliarios, que siguen atendiendo a un mercado humano cautivado por la expectativa del aislamiento, promueven una #junglelife junto a la playa, en casas con aire acondicionado y un aeropuerto en las cercanías, situadas en las montañas circundantes dentro de urbanizaciones cerradas, donde la gama de servicios de la industria del wellness ofrece una “vida ecológica” de lujo, rejuvenecimiento físico, sanación emocional, retiros de yoga, ceremonias ancestrales y clases de surf. Paradójicamente, en esta modalidad actualizada de aislamiento se ha reportado la quema inducida de áreas de bosque con tal de incluir vistas al océano en el diseño de las casas, un valioso activo cuando se trata de establecer el precio de compra y alquiler.11
En este escenario, los caminos de lastre modelan la estética infraestructural de una curaduría de la naturaleza navegable en vehículos privados todo terreno, dotados de aire acondicionado que generan territorios irrespirables a su paso en una zona propensa a los incendios forestales, a inundaciones y a escasez de agua.12 Como agente tecnopolítico en movimiento, dichos vehículos ejercen poder al reconfigurar constantemente las barreras y los accesos en su transitar, asfixiando y desorientando, sea de día o de noche, a quienes viajan en motocicleta, bicicleta o a pie.
A través de la dispersión de partículas finas de polvo se ha forjado una relación transcorpórea entre vehículo automotor, montañas de piedra caliza, superficie de lastre, viento, y cuerpos humanos y más que humanos. Para algunas personas, el postulado de que el polvo funciona como escudo protector contra el desarrollo incontrolado y el avance de actividades criminales es un mito urbano. Y con toda razón, ya que tal supuesto oculta lo que las partículas de polvo exponen: que paralelo a una economía de la extracción y la acumulación, una economía de la asfixia ha sido infraestructural en Nosara.13
Además de la transformación de ecosistemas costeros a merced de la geopolítica del turismo para el Norte Global, un proceso que comprende desposesión de tierras, corrupción y exclusión territorial en el Sur Global, se propaga una geopolítica del polvo y el viento que simultáneamente asfixia cuerpos humanos con bronquitis, bronconeumonía y asma bronquial extrínseca, e interpela a otros cuerpos a eliminar toxinas activando el diafragman y el abdomen con técnicas respiratorias de yoga como el kapalabhati y el ujjayi. Así, se despliega una figuración de territorios respirables e irrespirables donde los diafragmas y abdómenes de cuerpos humanos selectos oscilan en sincronía con la brisa marina, mientras que los tubos bronquiales de otros cuerpos humanos y más que humanos se ven obligados a acomodar el vaivén de las partículas de polvo provenientes de la superficie de lastre suspendidas en el aire.
La ruta 160 está lejos de ser un caso excepcional en Costa Rica: “gran cantidad de localidades a nivel nacional podrían encontrarse expuestas a problemáticas asociadas a la emisión de polvo en caminos no pavimentados,” indican especialistas del Laboratorio Nacional de Materiales.14 En 2020, como solución a la dispersión de partículas de polvo se colocaron 19.680 toneladas de mezcla asfáltica en un tramo que conecta el pueblo de Barco Quebrado con Nosara. Pero depositar esa sustancia viscosa sobre la superficie no brinda respuestas a cuestionamientos más amplios sobre los procesos de territorialización móvil que organizan las relaciones entre materia, vida y muerte.
La escuela Esperanza de Garza, que según su directora se fundó en 1959, es un caso significativo. Con cinco aulas, un comedor y un pequeño patio de recreo, la escuela se construyó originalmente con ventanas sin vidrio para la ventilación cruzada. Sin servicio de agua entre las 9 de la mañana y las 3 de la tarde durante la estación seca y asentada sobre un terreno que se va deslavando progresivamente con cada época lluviosa, hoy el pequeño conjunto escolar se encuentra comprimido entre la ruta 160, un arroyo y un camino secundario de lastre.
En la actual fase nómada-digital que se acentuó con la pandemia de COVID-19, el asfalto ha reforzado las paradojas de lo veloz y lo liso en Nosara. Sin presupuesto para aceras, ciclovía o señalización en el camino asfaltado, un cuerpo caminando en la ruta 160 es un cuerpo en riesgo de accidente. Un proceso de gentrificación profundo y una crisis de vivienda se despliega en Nosara, que afronta un crecimiento acelerado en metros cuadrados de construcción (entre 2017 y 2019 del 42%) y la llegada de personas extranjeras a partir de nuevas leyes en Costa Rica para atraer trabajadores y prestadores remotos de servicios de carácter internacional que devengan un salario mayor a los 3.000USD mensuales. Prácticas de resistencia se han ocupado recientemente de la puesta en vigor de un reglamento para limitar la altura y la cobertura de construcción por lote en la zona, así como restringir el uso de la luz nocturna y así permitir la arribada de las tortugas marinas, que fácilmente se desorientan con la luz artificial.15
Ciertamente, las relaciones entre cuerpos y materia, bordes y separaciones requieren de aparatos conceptuales espaciales que ya no estén sujetos únicamente al análisis de entidades estáticas y estables. La paisajista Danika Cooper se ha interesado en dibujar y codificar las tormentas de arena o de polvo para incorporarlas al diseño del paisaje y para imaginarlas, en tanto que partículas y procesos, como formaciones materiales en un planeta ya árido y urbanizado.16 Pero podemos ir más lejos. Pensando con las nociones de espaciostiemposmaterias [spacetimemattering] de la teórica feminista y queer Karen Barad, y la forma aerosol del antropólogo sociocultural Jerry Zee, la geopolítica del viento y del polvo colma de cuestionamientos las divisiones y distinciones entre suelo y aire, cuerpos y espacio.17 Sería necesario entonces un análisis desde lo transcorpóreo y desde la reconfiguración continua para redefinir no solo nuestra relación con el territorio, sino las justicias espaciales y multiespecie que hacen la vida posible.
- Asamblea Legislativa, Construcción camino de tierra en varios lugares del cantón de Nicoya, Decreto 65, 19 junio 1940. Archivo Nacional. ↩︎
- Winona LaDuke y Deborah Cowen, “Beyond Wiindigo Infrastructure,”South Atlantic Quarterly 119 (2): 243–268, 2020. ↩︎
- Brandon Richardson, “Polvo en el viento,” La Voz de Guanacaste, 24 Setiembre de 2014. ↩︎
- Guillermo Rodríguez Rodríguez y Andrés Chinchilla Soto, “Ampliación de Informe Expediente 2010-336 RIM,” Informe Técnico Registro Inmobiliario, 2014; José A. Salas Víquez, “La privatización de los baldíos nacionales en Costa Rica durante el siglo XIX: legislación y procedimientos utilizados para su adjudicación,” Revista de Historia 15 (1987): 63-118. ↩︎
- La traducción ha sido modificada por la autora. Ed Kornbluh, “Los días de antaño en Nosara,” La Voz de Guanacaste, 15 de enero 2015. ↩︎
- Julia Van Wilpe Arquitecta, Desarrollo Residencial Turístico Playas de Nosara, Guiones, 1969-1973. ↩︎
- Rodrigo Sierra, Alex Cambronero y Edwin Vega, “Patrones y factores de cambio de la cobertura forestal natural de Costa Rica, 1987-2013,” Informe Final para el Gobierno de Costa Rica bajo el Fondo Cooperativo para el Carbono de los Bosques (FCPF), 2016. ↩︎
- María P. Barrantes Reynolds, “’Costa Rica, sin ingredientes artificiales:’ el rol del estado en la expansión del turismo residencial en las zonas costeras,” Anuario de Estudios Centroamericanos 39 (2013): 233-261; Esteban Barboza Núñez, “Funcionamientos, conflictos y contestaciones en la Guanacaste turística y su relación con el discurso colonial,” en Las Playas Imaginadas (Editorial Arlekín, 2020). ↩︎
- Julius Leyh, “Resisting Mass Tourism: Local Strategies and Challenges to Maintain Sustainable Development in Nosara, Costa Rica,” (Tesis de Maestría, California State University, Fullerton, 2018), 74; Tara Ruttemberg y Peter Brosius, “Decolonizing Sustainable Surf Tourism,” en The Critical Surf Studies Reader, eds. Snee Zavalza y Sotelo Eastman (Duke University Press, 2017). ↩︎
- Lenin Cáceres-Farias et al., “Threats and Vulnerabilities for the Globally Distributed Olive Ridley (Lepidochelys olivacea) Sea Turtle: A Historical and Current Status Evaluation,”Animals 12 (14), 2022, https://doi.org/10.3390/ani12141837 ↩︎
- Zoe Dare Hall, “Trouble in Costa Rica’s ecoparadise as homebuyers heat up market,” Financial Times, 9 marzo 2022. ↩︎
- Yarely Díaz Gómez, “Recurrencia, impacto e incidencia de los incendios forestales en la provincia de Guanacaste,” En Torno a la Prevención, Junio 2020; Alonso Ramírez Cover, “Conflictos socioambientales y recursos hídricos en Guanacaste; una descripción desde el cambio en el estilo de desarrollo (1997-2006),” Anuario de Estudios Centroamericanos 33-34 (2007-2008): 359-385. ↩︎
- Françoise Vergès, “On the Politics of Extraction, Exhaustion and Suffocation,” L’Internationale online, 7 Noviembre 2021. ↩︎
- PITRA-LanammeUCR, “Control de polvo en caminos no pavimentados,” Boletín Técnico 9, no.6 (Marzo 2018). ↩︎
- Asamblea Legislativa de la República de Costa Rica, “Reglamento de Ley para atraer trabajadores y prestadores remotos de servicios de carácter internacional No. 10008,” Alcance 141 a La Gaceta 130, 8 julio 2022. Raquel Barboza, “Tribunal respalda vigencia de Reglamento de construcciones para zona de amortiguamiento del Refugio Ostional,” Municipalidad de Nicoya, noticias, 29 marzo 2021. ↩︎
- Danika Cooper, “How to draw a storm,” Journal of Landscape Architecture 14 (2), (2019): 36-41. ↩︎
- Karen Barad, Meeting the Universe Halfway:Quantum Physics and the Entanglement of Matter and Meaning (Duke University Press, 2006) ; Jerry Zee, Continent in Dust: Experiments in a Chinese Weather System (California University Press, 2021). ↩︎